El llamado covid-19, ha declarado la guerra a gran parte de la ciudadanía
mundial, azotando de manera intensa a los países desarrollados, que han visto
como la forma de vivir, trabajar y socializar debía modificarse de forma
inmediata.
Si que es cierto, que por cómo se ha
gestionado a nivel gubernamental, se ha padecido de una enorme desinformación,
que conlleva el caos para aquellas organizaciones poco previsoras, o con
excesiva arrogancia, convencidos de que en su empresa, nadie debe dirigir sus decisiones en
materia de seguridad, ni de ninguna otra cosa.
En momentos de crisis como el que
atravesamos, es donde se vislumbran aquellas empresas que ostentan en su ADN el
cuidado por las personas, el recurso más valioso de cualquier organización,
ayudan, apoyan, entienden y favorecen el mejor clima dentro de situaciones
realmente complejas.
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antesalarrhh- enfermedad |
Hoy, en una jornada organizada por la AEDRH, le preguntaba a Remedios Orrantia, directora de RRHH de Vodafone cómo estaban gestionando el confinamiento obligatorio de sus trabajadores sin justificar la baja médica, y la respuesta ha sido clara y concisa,
"hay que entender el problema, ellos no son responsables de su situación y
la empresa se está haciendo cargo de las circunstancias abonándoles el salario íntegro".
Acciones como las de Vodafone,
demuestran no sólo la capacidad de empatía para con sus personas, sino la
humanidad de las personas que las dirigen desde arriba.
Es obvio que las empresas existen para generar riqueza, crear un tejido productivo, ganar dinero y generar empleo, necesario en cualquier sociedad para avanzar y posicionarse como potencia económica y social, ahora bien, hay veces que este objetivo inicial resta importancia ante circunstancias difíciles.
Y es que estos días, he podido tener la
nefasta experiencia de ver alguna que otra empresa, cuyo único objetivo, era intentar salvar la facturación como misión prioritaria, permaneciendo "ajena" al peligro de contagio de la pandemia, que se han permitido el lujo de llamar catastrofistas a aquellos que les recomiendan tomar medidas especiales de seguridad, actuando de forma autoritaria, irresponsable y absolutamente deshumanizada, alejada de forma absoluta de las necesidades reales de las personas.
Me gustaría pensar, que éstas organizaciones
con talante anacrónico, casposo y más propio de momentos instalados en el
siglo pasado, son escasamente representativas, por un acto de simple higiene mental.
Y la pregunta debería ser, ¿Tienen
cabida este tipo de compañías en el panorama empresarial actual?,
La respuesta está en la
responsabilidad, atributo que no siempre está presente en los altos estamentos
de las empresas. El tejido empresarial español está compuesto de pymes en su
gran mayoría, y todavía estamos en el pleno convencimiento, de que no disponer de un número importante de
trabajadores ,no conlleva tener un departamento de personas o RRHH .
Craso error, toda empresa debe estar
centrada en las personas, porque sin ellas, la empresa no existe, es evidente
que cuanto mayor sea la compañía, mayores serán las acciones que se podrán llevar
a cabo a nivel de personal, pero es una cuestión de recursos, nada más.
Si no existe una persona responsable
de personal, o un departamento de RRHH, deberá ser Gerencia quien se forme en
estos términos, quien asista a seminarios, quien esté pendiente de las
necesidades de su recurso más preciado, las personas, en definitiva, que se ocupe de ser "humano" dentro
de su empresa, incluso disponiendo de la figura mencionada.
Todas las crisis producen un efecto
"exterminador", porque provocan la desaparición de las empresas que no hayan sido
capaces de ajustar sus métodos, de flexibilizar los procedimientos, de
adaptarse al medio en el que operan, y este sunami social, económico y
sanitario que está suponiendo el coronavirus, no será una excepción.
Quizá es el momento ideal para la
reflexión, para hacer un análisis sincero por parte de las empresas, de cómo
están gestionando la crisis, de analizar si han sabido apoyarse en los
expertos, o, por el contrario, han desdeñado los sabios consejos de la
experiencia, con el único objetivo de alimentar el corrosivo y deshumanizado
sentimiento de la soberbia.
Nunca una frase cobró mayor
importancia en momentos de crisis "la ignorancia es muy atrevida".
Me encantaría que, en estos momentos,
el atrevimiento solo fuese respaldado y apoyado por la sabiduría y la capacidad, que fuéramos capaces de seguir las directrices que nos indican, y que
todas nuestras decisiones estén tomadas desde la responsabilidad, la honestidad,
la seguridad y especialmente de la humanidad.
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